que se come al pájaro que se agita
Proverbio incaico
...Y mañana la extraña bestia se va a despertar dentro de mi pecho y va a empezar a masticar, a deglutir, a triturar a ese pájaro que se agita en mi interior.
Y va a empezar desde mis labios, mis ojos, mis dientes. Y lo buscará por mis manos, mis brazos. Va a bajar hasta mi vientre, a mi entrepierna.
Va a recorrerme, en los momentos en que yo te recorra.
Y mientras mi cuerpo te transite, la bestia va a ir detrás. Comiendo los restos de tu ausencia anterior.
Haciendo desaparecer eso que va a volver después, cuando te vayas.
Y luego de haberte despedido, con un temblor muy tenue, apenas una vibración, el pájaro va a recomenzar.
Y renacerá por los labios. Con el pasar de los días se instalará en el esternón, del lado de adentro. Y desde allí empezará a agitarse. Suave en las lágrimas. Fuerte en el sexo. Insoportable en la soledad.
Hasta que pasados cuatro o cinco atardeceres, crecerán en mí otras tonalidades, agridulces, amargas. En la que tu presencia y tu ausencia darán el matiz de todo lo que pasa. Y ya solo podré ver el mundo en los colores del pájaro: ocres, dorados, azules, nunca rojos.
Porque los amarillos, los púrpuras, el rojo esperan en la bestia. Que se va despertando somnolienta cuando se acerca, otra vez, el momento de encontrarte, por fin. Otra vez.
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